jueves, 27 de marzo de 2008

Puerto Asis

PUERTO ASÍS

Son las cinco y treinta de la mañana, sale el sol con sus rayos de oro llenando la selva y todo su contorno de un calor infernal, las aves empiezan sus trinos y revoloteos y en el pueblo se corren las primeras cortinas de los negocios, los motores de las motocicletas inicias su rugido, entretanto, en la galería ya se han pelado los primeros tubérculos, cocinado los primeros caldos, se han freído las carnes; la sopa de hígado picado está a punto, el chocolate y el café están listos para ser servidos y los fogones al rojo para dar el punto de cocción a todas las viandas y preparados del día.

Entretanto, los vendedores de los puestos de verduras con sus locales abiertos desde las cuatro de la mañana, han empezado con las primeras ventas del día, no sin antes signarse con el producido de su primer ingreso.

Unos sacan las papas acá, otros las verduras allá, otros las frutas y verduras acullá, las carnes se colocan en sus ganchos y el pescado de amplia abarcadura es ofrecido en lonjas a todo transeúnte.

Un tinto acá, un chocolate allá, un jugo por acá, un caldo mas allá, un manojo de cebolla para el uno, las hortalizas para el otro, el grano para éste, el sudado para aquel, y todo en la galería, es un movimiento permanente.

Cosa rara y sorprendente, no hay mas que un vendedor de pescado bagre lechoso y cachama, y las frutas exóticas como el arazá, brillan por su total ausencia.

Son las siete de la mañana y el sol ya calienta a veintiocho grados, los negocios de ropa, cafeterías. electrodomésticos de la calle angosta, ya empiezan a abrir sus puertas.

Las motos que han iniciado su desfile por las calles de desordenado tránsito, se multiplican, tanto que puede haber un carro por cien motos, los conductores de éstas, son cautos, no usan casco protector y los accidentes de transito brillan por su ausencia.

Hay negocios de todo tipo, la venta de minutos y equipos de celular pululan por todo el poblado, se venden ventiladores desde el mas grande hasta el mas pequeño, neveras, estufas, ayudantes de cocina, batidoras, licuadoras, equipos de sonido, grabadoras, y todo el día, igual que en Manizales, los bafles de los equipos de sonido salen a las afueras del negocio para hacer sonar su música y anunciar las rifas y los artículos que están en promoción.

No son raras, como en el interior, las rifas de carros, motocicletas, dinero en efectivo por parte de la casa de chance y el día sábado un pregonero con los parlantes a todo timbal anunciando la rifa millonaria para ese día.

Si se quiere comer una gaditama o una lonja de pirarucú o bagre lechoso, aguántese las ganas, pero si fui testigo del rico sabor del bagre.

No se crea usted que por estar en esos territorios va a levantar la mirada y se encontrará con una bandada de guacamayas, o los micos saltando de rama en rama, o los loros en las ramas de los árboles del parque, con sus estertóreos chillidos.

A la hora del almuerzo, arrímese a la galería por ver que encuentra, y tendrá cachama ahumada y las mismas carnes fritas, asadas, sudadas; las mismas sopas de pastas, de guineo, de plátano y sancocho de sustancia de gallina porque la presa la debe pedir por aparte y de sobremesa tómese la misma bogadera que se puede tomar en Mariquita, La Dorada o cualquier tierra caliente.

Dése un rato de siesta y péguese un baño con el sinsabor de que cuando se termine de secar, haga de cuenta que por su cuerpo no ha resbalado una gota de agua.

Salga a la calle, alquile una moto por cinco mil pesos la hora y déle una vuelta al pueblo a una velocidad no mayor de treinta kilómetros por hora, porque debe ser cauto en el manejo; el día de fiesta, dése el paseo a Santa Ana, y si quiere arrímese a Comfamiliar, o acérquese con toda la precaución del caso, porque usted es forastero, a la orilla del río Putumayo para que contemple el atardecer, disfrute del sol devorado por la selva, los champanes y las barcas descansando en el río, y los bañistas disfrutando del sereno río; contemple las garzas besando con sus alas las serenas aguas ya de regreso a sus nidos y escuche el canto del alcaraván al despedir la tarde.

Cerca al parque central, en el cual hay para el entretenimiento una cancha de básquetbol y una de microfutbol, los unos han armado su venta de jugos y los otros empiezan a ofrecer su sancocho de gallina en toldos ya armados cada día para el evento.

Así como le pueden vender una presa de gallina dura y a medio cocinar, le pueden ofrecer una suculenta huevera, fría, porque hace rato la han sacado de la olla y la ofrecen en las vitrinas que utilizan para el caso, no olvide tomarse la jarra de bogadera, hacer acompañar el sancocho con el arroz, la yuca, las papas, el principio de fríjoles y la rabadilla. Es la rutina de todos los días, porque en Puerto Asís, se come gallina siempre.

Los billetes mas viejos, sucios, ajados, mugrosos, circulan en Puerto Asís porque todo vale a mil, dos mil o cuatro mil pesos, los billetes nuevos son los de alta denominación, allí una jarra de jugo, vale dos mil quinientos pesos, y da para casi tres vasos, una embolada, cuesta dos mil pesos y no parece ser muy buena, una arepa con mantequilla vale mil pesos, y si la quiere sola y delgada vale trescientos pesos, un tinto en el café tiene un costo de quinientos pesos y un agua saborizada Dasani, un mil quinientos pesos, igual que otros tipo de gaseosa; no tuve ocasión ni era mi plan, ni se me ocurrió preguntar, cuanto puede costar una noche de placer, para lo cual se debe acudir a la calle angosta, lugar en el cual se negocia de todo.

Las campanas de la iglesia han dejado ya, y la feligresía, que no la vi, debe estar en el santuario presta a escuchar la Santa Misa. Me pareció que no son tan religiosos.

En las noches las mujeres de hermoso color de miel, con sus rostros al natura, contoneando sus voluptuosas, hermosas y encantadoras caderas lucen toda la belleza que ha manado de la tierra.

La música de las discotecas retumba por las calles en un eco atronador; la luna con sus rayos de plata acompaña a los danzantes amigos del merengue que dan rienda suelta a sus armoniosos movimientos hasta tarde de la noche.

Es la noche, las motos ruedan, las bolas de los billares corren raudas sobre el paño para formar las carambolas al golpe de los tacos, una que otra cerveza calma la sed del fin de la labor del día, las gotas de agua resbalan por los cuerpos con sus pompas de jabón y el arrullo y el amor hacen la compañía para cuando llegue la luz del nuevo día, volver a la rutina.

En el aire y de regreso, mi mirada se la lleva el río en sus meandros, mi vista se pierde en el infinito verdor de la selva y mis ojos se quedan contemplando el azul infinito sobre los copos de nubes.

Rómulo 48 – Manizales Octubre 21 de 2.006 5:30 PM.

Octavio de Js. Cuesta Bolaños
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Cra 18 A No. 4 A 120
Villa Real 3 Casa 13
La Francia Manizales
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